viernes, 12 de diciembre de 2014

Pongamos un transuránido y que vuelen los OVNI

Capa electrónica del elemento 115 (ununpentio)
 

Pongamos un transuránido y que vuelen los OVNI

 
El elemento químico número 115, más conocido por ununpentio, el nombre sistemático que da la IUPAC a los nuevos elementos cuya identificación está pendiente de confirmación, sería de interés tan solo para el reducido grupo de científicos que trastean con elementos transuránidos de no ser por el pequeño detalle de que la mitad de los partidarios de que los extraterrestres nos visitan están convencidos de que estamos ante el secreto definitivo de cómo funcionan sus naves espaciales.
 
El motivo de ello son las impactantes declaraciones que realizó en 1989 para la televisión norteamericana Bob Lazar, quien sostiene haber trabajado para el gobierno durante los años 1988 y 1989 en una base aérea del desierto de Nevada, concretamente en la zona llamada “Sector 4”, anexa a la célebre Área 51, en un proyecto que tenía por objeto el intentar comprender el funcionamiento de nueve artefactos en forma de disco volador que estarían guardados en secreto en los hangares de la base. Según él, las naves serían de origen extraterrestre, concretamente procedentes del sistema Zeta Reticuli, y funcionarían mediante un sistema generador de ondas de “antigravedad” que distorsionaría el espacio-tiempo y que obtendría la energía a partir de una producción masiva de antimateria en la desintegración del entonces desconocido elemento 115.
 
Aunque veinticinco años después de esas declaraciones Lazar sigue defendiendo lo mismo, toda la historia ha estado sembrada de dudas desde el principio. En primer lugar, las dos universidades de élite en las que declara haberse graduado (MIT y Caltech) no conservan registro alguno de su paso por ellas,  cosa que el supuesto físico y sus seguidores achacan a la voluntad del gobierno de borrar todo rastro de sus andanzas. De hecho, Lazar dice haber sido amenazado en varias ocasiones, incluso de muerte. Sin embargo, y a pesar de que George Knapp, el periodista que le entrevistó en 1989, cree que la falta de colaboración de las instituciones en sus pesquisas puede ser un indicio de que el relato contiene al menos parte de verdad, el único registro encontrado hasta la fecha que prueba la relación de Lazar  con el Laboratorio nacional de Los Álamos es una guía telefónica de la que se desprende que en algún momento trabajó para un contratista.
 
El ununpentio, por su parte, fue creado por primera vez en 2003 por investigadores rusos en el Instituto Conjunto para la Investigación Nuclear en Dubna y, hasta la fecha, se han fabricado cuatro isótopos del mismo con vidas medias de entre 16 y 220 milisegundos, algo muy alejado del supuesto isótopo estable con el que Lazar dice que trabajó. Además, todos estos isótopos se desintegran emitiendo una partícula alfa, no un positrón ni ningún otro tipo de antimateria. De hecho, varios físicos han señalado que un dispositivo como el descrito por el controvertido testigo violaría un buen número de leyes físicas bien establecidas, por no mencionar que nadie sabe qué es la “amplificación de ondas gravitacionales” con la que Lazar parece estar familiarizado.
 
A pesar de ésta y otras muchas inconsistencias en su historia, algunos extraños detalles de la biografía del supuesto científico (notablemente la curiosa falta de referencias acerca de sus actividades de juventud y la mención de Knapp de haber hallado un artículo de 1982 en una revista de Los Álamos donde se hace referencia a Lazar como un físico de Los Álamos Meson Physics Facility) han hecho pensar a muchos que no todo es una superchería. Además, el secretismo que rodea todo lo relacionado con el Área 51, donde sin duda se hacen pruebas con tecnología y equipamiento militar de vanguardia, así como el recuerdo del célebre “incidente de Roswell”, abonan la longevidad del relato. Sin embargo, la mayoría de los periodistas e investigadores del fenómeno OVNI opinan que Lazar simplemente buscaba notoriedad, utilizando el concepto real de “islas de estabilidad”(*) de los elementos transuránidos para intentar darle credibilidad a la historia.
 
En cualquier caso, y sea cual sea la verdad acerca del Área 51, lo cierto es que no hay nada en el ununpentio que nos permita sospechar, al menos por el momento, que los extraterrestres lo empleen para pasearse por el firmamento en veloces naves que distorsionan el espacio-tiempo.
 
¡Hasta la próxima!
 
(*) Se trata de configuraciones especiales de protones y neutrones que proporcionan a elementos pesados una estabilidad superior a la de sus vecinos.



 

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