viernes, 31 de enero de 2014

Corte del piso de mica tal como se halló originalmente
 

Destellos de mica en la “ciudad de los dioses”

A unos 50 kilómetros de Ciudad de México se encuentran las ruinas de la gigantesca ciudad prehispánica de Teotihuacán (en náhuatl: “el lugar donde fueron hechos los dioses”), que en sus tiempos de gloria, allá por el siglo V de nuestra era, pudo tener más de cien mil habitantes. Este extraordinario yacimiento arqueológico impresiona al visitante por el tamaño y magnificencia de sus edificaciones, que incluyen, entre otras, la enorme “Pirámide del Sol”, con un perímetro muy parecido al de la Gran Pirámide de Egipto (aunque menos de la mitad de alta), o la denominada “Calzada de los Muertos”, a cuyos lados se alinean los edificios.
 
Sin embargo, menos conocida es la presencia entre estas ruinas de cantidades ingentes de mica, esa clase de filosilicatos que forma láminas finas y flexibles, con un brillo nacarado intenso. Al parecer, este mineral era muy apreciado por las clases dirigentes de Teotihuacán, que lo importaban, a tenor de su composición química, de minas situadas en Monte Albán, a unos 10 kilómetros de Oaxaca. Se cree que la mica era transportada desde allí hasta la gran ciudad, donde se la almacenaba en grandes láminas, siendo después empleada en multitud de aplicaciones decorativas, desde fachadas o cenefas en edificios y rellenos en las pirámides hasta pinturas brillantes, estatuillas o incensarios, así como también en ofrendas rituales y ajuares de enterramientos.
 
Esta profusión en la utilización de la mica como material decorativo es ya curiosa de por sí, pues si bien en la antigüedad se ha descrito su uso por diversas culturas para la elaboración de cosméticos, medicamentos y otros propósitos, se han encontrado pocos lugares donde se emplease este material de modo frecuente, incluido el resto de México. Pero, además, en Teotihuacán existe un lugar, denominado “Grupo Viking” (*) o “Templo de la Mica”, donde en 1942 se encontraron unas enormes láminas de este mineral que cubrían cerca de 30 metros cuadrados de superficie. En palabras del arqueólogo Pedro Armillas: “En un patio interior del edificio, debajo de un piso y una capa de grava de 20 cm. de espesor se encontró una capa de láminas de mica en toda la extensión del patio mencionado (...) Un corte practicado en un ángulo mostró que existen dos capas semejantes superpuestas, separadas por otra de tierra de 6 cm. de espesor. El grueso de cada uno de las capas de mica es igualmente de 6 cm (...)”.
 
¿Para qué servían estas placas de mica? No pueden haber sido utilizadas a modo de suelo, ya que se encontraban debajo del mismo y no estaban adheridas a él, sino apiladas una sobre otra. Además la mica es muy delicada y no soportaría el tránsito de personas. Por otra parte, al estar ocultas en un patio interior, es obvio que las láminas de mica no tenían una función decorativa. Se ha propuesto la posibilidad de que se tratase de un almacén, pero ello suscita la cuestión de por qué entonces las placas estaban escondidas debajo de un piso de piedra cubriendo la totalidad de la superficie. También se ha sugerido que pudieron ser utilizadas a modo de aislante, dada la resistencia de la mica al calor, pero esta explicación es dudosa porque la piedra con la que está construida el recinto es de por si un aislante excelente, de modo que la mica no es necesaria en absoluto, sin contar con que no se han encontrado indicios de ninguna actividad que pudiese requerir un aislamiento especial.
 
Entonces, ¿cuál es la respuesta? Tal vez nunca la sepamos. Sea como fuere, con el colapso de  Teotihuacán el uso de la mica declinó hasta desvanecerse en las brumas de la historia. Otro ejemplo de una tecnología perdida, que en un tiempo y un lugar concretos tuvo gran importancia, pero de la que hoy en día tan solo quedan los mudos rescoldos que de vez en cuando brillan en algún museo o en las ruinas milenarias de la mítica “ciudad de los dioses”.
 
¡Hasta la semana que viene!
 
(*) El nombre procede de la Fundación Viking, que costeó las excavaciones en esta zona de la ciudad, a unos 300 metros al suroeste de la Pirámide del Sol, en la “Calzada de los Muertos”.

viernes, 17 de enero de 2014

Un meteorito célebre (**)

El meteorito marciano (c Nasa-Caltech)
 

Un meteorito célebre

 
El 7 de Agosto de 1996, el mundo se desayunaba con el siguiente titular en primera página del periódico New York Times: “Pruebas en un meteorito parecen mostrar antiguos indicios de vida en Marte”. Esta afirmación, junto con la correspondiente rueda de prensa organizada por la NASA y unas declaraciones de apoyo al descubrimiento por parte del mismísimo presidente Bill Clinton, convirtieron a una humilde roca procedente de Marte en el meteorito más famoso de la historia, el célebre ALH84001.

Encontrado en las colinas Alan Hills, en la Antártida (de ahí las iniciales ALH), este meteorito lleva más de 17 años siendo objeto de estudio por parte de laboratorios de todo el mundo, ha hecho fluir auténticos ríos de tinta y ha sido uno de los catalizadores principales del moderno auge de la astrobiología, la ciencia que intenta responder a la pregunta de si estamos o no solos en este gigantesco universo.
 
Que el ALH84001 procede de Marte está casi fuera de toda duda, ya que la composición de las trazas de gas atrapadas en la roca es idéntica a la de la atmósfera del  planeta rojo. Los estudios mediante radioisótopos han determinado que ALH se formó en Marte hace unos 4,500 millones de años, siendo impulsado al espacio por el impacto de un asteroide hace 16 millones de años y habiendo llegado a la Tierra hace unos 13,000.
Pero lo que hace extraordinario a este meteorito son las características de su interior. En primer lugar, contiene glóbulos de calcita (algo que revela que la roca ha sido expuesta en algún momento a la acción del agua) cuya composición en patrones de capas sucesivas es un rasgo que podría delatar un origen biológico. Además, estos glóbulos incluyen granos de magnetita y pirrotina, algo muy poco habitual en el caso de procesos no biológicos puesto que estos compuestos no se forman bajo las mismas circunstancias. En segundo lugar, hay cantidades apreciables de moléculas orgánicas complejas, tales como hidrocarburos aromáticos policíclicos y aminoácidos, que en la Tierra se producen a menudo como consecuencia de la degradación de moléculas biológicas, aunque no exclusivamente. En tercer lugar, se observan al microscopio unas estructuras con forma de salchicha muy parecidas a los fósiles de bacterias terrestres, aunque de un tamaño mucho más pequeño y que podrían ser otra cosa.
 
Los escépticos siempre han argumentado que cada una de estas características puede explicarse mediante mecanismos no biológicos, lo cual es totalmente cierto, y que el aceptar la existencia de vida extraterrestre requiere pruebas mucho más contundentes, pero los defensores de la hipótesis biológica aducen que la coincidencia de tantas propiedades inusuales es un magnífico ejemplo de la “navaja de Ockham” (*). Además, en los últimos años se han detectado otras extrañas características en la roca, como la presencia de cristales de magnetita en forma de collares cuya configuración es casi idéntica a la que producen ciertas bacterias sin que exista un mecanismo alternativo para explicarlo, aunque contienen defectos poco habituales en caso de haberse formado dentro de una célula.
 
¿Quién tiene razón? Es difícil de decir. La tecnología actual no permite llevar a cabo un  análisis a nivel molecular con el grado de precisión que permitiría dilucidar si las peculiaridades de ALH84001 son de origen biológico o, por el contrario, se trata de otra falsa alarma, por lo que todavía habrá que esperar. Entretanto, la comunidad científica se divide entre escépticos y creyentes (mayoritariamente los primeros), mientras que no cabe duda de que el famoso meteorito marciano ha proporcionado a la astrobiología un impulso solo comparable al del descubrimiento de los planetas extrasolares.
¡Hasta la semana que viene!
 
(*) Criterio según el cual, a igualdad de condiciones es más probable que sea cierta la hipótesis más sencilla para explicar un fenómeno. En el caso que nos ocupa, la hipótesis biológica explicaría todas las extrañas características del ALH84001, lo cual no sucede en el caso contrario, que requiere de la intervención de varios procesos diferentes para justificar todas sus peculiaridades.

(**) Esta entrada es una adaptación de parte de nuestro nuevo libro acerca de la búsqueda de vida extraterrestre.