viernes, 4 de octubre de 2013

 

El enigmático “disco de Sabu”


En Enero de 1936, el eminente egiptólogo británico Walter Bryan Emery descubrió, en una mastaba al norte de la necrópolis de Saqqara, a unos 30 kmts del Cairo, un curioso objeto que reposaba al lado de los restos de Sabu, un alto funcionario egipcio a quien Emery consideraba como posible hijo de Adyib, sexto faraón de la I Dinastía egipcia, allá por 2900 a.c.
El objeto en cuestión es un extraño disco de esquisto metamórfico pulido, tallado a partir de un único bloque de piedra, que tiene el aspecto de un volante cóncavo, con tres segmentos en forma de solapa o pala curva en los que la piedra da la impresión de haber sido doblada sobre sí misma, apuntando hacia un saliente central horadado. Con poco más de 60 cm. de diámetro y 10 de grosor, la enigmática pieza de unos 5000 años de antigüedad presenta varias características cuando menos sorprendentes.
Al margen de su extraño diseño, muy diferente de cualquier otra cosa que se haya encontrado procedente de la I Dinastía, lo primero que llama la atención es la primorosa calidad del trabajo de talla lítica, especialmente en lo relativo a las asombrosas palas curvadas. Pero, sobre todo, el misterio se centra en cual pudo ser el propósito de este objeto. La presencia del orificio interior en forma de tubo sugiere que el disco se montaba sobre un eje, tal vez formando parte de un candelabro, una lámpara o un incensario, aunque también podría pertenecer a algún tipo de bandeja o herramienta, ya que no se ha encontrado en él resto alguno de ceniza. De hecho, la fragilidad del esquisto apuntaría más bien hacia un uso ornamental. Sin embargo, algunos investigadores heterodoxos han mencionado la posibilidad de que se tratase de la copia en piedra de un artefacto metálico, tal vez de cobre, o incluso de que estuviésemos ante el remedo de una pieza perteneciente a una máquina compleja, tal como una hélice o un mezclador de palas, algo de lo que no existe el menor indicio hasta la fecha.
El hecho de que el objeto se encontrase justo al lado del cadáver parece indicar que se trataba de algo muy querido por Sabu, o que quizás pensase que podría utilizar de alguna forma en el más allá. Por lo demás, el resto de los objetos encontrados en la tumba no tienen nada de particular, tratándose de vasijas de piedra o cerámica, huesos y fragmentos de cobre, marfil y pedernal, formando parte del típico ajuar funerario de un alto dignatario de la I Dinastía. En este entorno, la enigmática “vasija”  con palas curvadas y eje parece totalmente fuera de lugar.
¿Qué es realmente el “disco de Sabu” (también llamado “disco de Saqqara”) y para que servía? ¿Se trata de parte de un objeto ornamental, de uno de carácter religioso o, tal vez, de una herramienta?  Tal vez nunca lo sepamos. En cualquier caso, si pasáis por el Museo del Cairo, no dejéis de visitar la urna de cristal en la que está expuesto, en la primera planta, no lejos de la sala de las momias. Merece la pena verlo.
¡Hasta la semana que viene!

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